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vol.34SINOPSIS DEL ESTUDIO DE LA ICONOGRAFÍA DE LA NUEVA CORONICA Y BUEN GOBIERNO ESCRITA POR FELIPE GUAMAN POMA DE AYALACHILENOS, PERUANOS Y BOLIVIANOS EN LA PAMPA: 1860-1880. ¿UN CONFLICTO ENTRE NACIONALIDADES? índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
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Historia (Santiago)

versión On-line ISSN 0717-7194

Historia (Santiago) v.34  Santiago  2001

http://dx.doi.org/10.4067/S0717-71942001003400004 

 

LA ACTIVIDAD INDUSTRIAL EN MAGALLANES
ENTRE 1890 Y MEDIADOS DEL SIGLO XX

MATEO MARTINIC BEROS*

* Centro de Estudios del Hombre Austral, Instituto de la Patagonia,
Universidad de Magallanes, Punta Arenas, Chile.

____________________________________________________________________________

ABSTRACT

The former industrialization of Magallanes was a particular economic phenomena that typified the boom and development of the southern Chilena territory during the period between the last decade of the XIX century and the first two decades of the XX century. In a context of geographic isolation and remoteness served as a encouragement to the satisfaction of numerous requirements of service needs and supplies of goods, that the importing from Europe did not fulfill in time due. It was at he same time an evidence of the creativity, intelligence, and vigor of the Europeans immigrants, that contribute to the Magellan autonomy and self-sufficiency during a decisive span of its history.

INTRODUCCIÓN

Al iniciarse la década final del siglo XIX era evidente que Magallanes enfrentaba un porvenir ciertamente auspicioso. Atrás habían quedado poco más de cuatro y media décadas desde que la República de Chile había establecido su jurisdicción sobre el territorio meridional con el acto ocupacional en la punta de Santa Ana, costa del estrecho de Magallanes (1843), lapso durante el cual el propósito gubernativo de establecer una colonia para el poblamiento y desarrollo económico había pasado por diversos avatares antes de que se concentrara en debida forma, lo que solamente se logró a contar de 1868. Entonces, el gobierno del Presidente José Joaquín Pérez dispuso un conjunto de felices y atinadas medidas administrativas que resultaron eficaces como para que, en corto tiempo, la colonia cobrara debida forma y se iniciara un desarrollo incipiente que se fue consolidando durante la década siguiente. Surgieron así las expresiones primarias de actividades económicas tales como la agricultura y crianzas, la caza de animales pelíferos, el lavado de oro, la minería carbonífera, la navegación, el comercio y algunas artesanías.

Tras el acontecimiento aciago del motín de los artilleros (1877), que representó un golpe severo para el rumbo del adelanto que se seguía, el ánimo fuerte de los habitantes prevaleció y permitió superar las consecuencias de aquel doloroso trance, para retomar el camino del progreso. Contribuyó a ello, de manera determinante, la crianza extensiva de ganado lanar iniciada a fines de 1876 con la introducción de una partida de 300 cabezas traídas desde las islas Malvinas. La experiencia exitosa había motivado otras sucesivas importaciones estimuladas además por la liberalidad gubernativa en lo tocante a la entrega de campos para poblarlos con ovejas.

De esa manera, los años de 1880 registraron el desarrollo de un proceso expansivo de la colonización pastoril que se extendió por toda la vastedad centro-oriental del territorio sudpatagónico y por la isla grande de Tierra del Fuego. Este proceso pronto involucró a otras actividades económicas como la navegación, la producción forestal, la construcción y el comercio, deviniendo al fin la ganadería ovina en el elemento vertebrador de la surgiente economía magallánica. Como consecuencia, creció la población debido a la inmigración europea, principalmente, se multiplicaron los negocios y otras actividades productivas, expresivos, asimismo, unos y otras del afán laborioso de los pioneros, que se convirtieron en los factores que impulsaron con su empuje y creatividad el desarrollo territorial.

Así, para 1890, el Territorio de Colonización de Magallanes, según se le denominaba administrativamente, poseía una estructura económica que no obstante su condición primaria se afirmaba rápidamente, en tanto que su vinculación mercantil con Europa se hacía más sostenida y sólida mediante un creciente comercio de exportación de productos territoriales (lana, pieles, oro) y de importación de los más variados bienes para el consumo general y el equipamiento productivo. Entonces, mientras el proceso colonizador se extendía sin pausa1 comprendiendo la ocupación de campos en el vecino territorio argentino de Santa Cruz, el hallazgo de oro en las islas australes del canal Beagle estimuló el arribo de gran cantidad de inmigrantes europeos, la mayoría de los cuales se dirigió a los laboreos auríferos. Otra parte de este contingente optó por radicarse en Punta Arenas, principalmente, en donde muchos que poseían algún oficio o conocimientos técnicos iniciaron actividades artesanales y mercantiles diversas. A ellos se unieron más tarde los que habían ido a buscar oro, quienes en su mayor parte se establecieron allí para invertir con provecho la riqueza obtenida. Se dieron entonces, durante los primeros años de la década, las posibilidades para un renovado ritmo dinamizador de la actividad económica general, que hizo que Magallanes iniciara una época de frenesí creativo y de progreso en lo material, social y cultural que se extendería por más de dos décadas.

En ese contexto comprensivo surgió la faena industrial que a su tiempo contribuiría notoriamente a un mayor desarrollo en todo sentido.

1. EVOLUCIÓN Y DESARROLLO DE LA INDUSTRIA ENTRE 1891 Y 1920

Al estar dadas las condiciones favorables para su surgimiento y desenvolvimiento, la actividad industrial entendida genéricamente como la transformación de materias primas, mediante el trabajo inteligente, en productos de uso o consumo, apareció en Magallanes como una respuesta creativa del espíritu pionero a los requerimientos del medio. En efecto, según se daba el desarrollo dinámico de la economía territorial, pronto se advirtió que el ritmo que llevaba ponía en evidencia necesidades de abastecimiento y de servicios que el comercio importador no conseguía satisfacer en tiempo ni forma oportunos. Por otra parte, al estar, como lo estaba entonces el territorio de Magallanes, aislado en el confín del continente americano, a dos mil o más kilómetros del más próximo centro abastecedor fabril, se hizo igualmente evidente que la autarquía en la materia era la única posibilidad para garantizar el suministro de una gama variada de bienes industriales, suficiente para mantener y vigorizar el proceso de crecimiento económico y de progreso general. Añádase por fin la necesidad de procesar parte importante de la producción pecuaria para la exportación (carnes), con lo que se tiene completo el cuadro de necesidades a satisfacer por la vía industrial.

De tal modo fueron apareciendo una a una, y a veces simultáneamente, las distintas expresiones del quehacer fabril, por lo común en forma de talleres artesanales, salvo excepciones, o de establecimientos modestos que fueron ampliándose según lo fue exigiendo el proceso productivo.

Aunque está claro que la actividad en forma comenzó a ser desarrollada a partir de los años 1890, existían algunas manifestaciones precedentes a manera de esfuerzos pioneros. De ella la más significativa era la explotación forestal y la subsiguiente elaboración de madera para distintos usos, dada la necesidad de edificación que se fue registrando en la medida que crecía la población y se extendía el proceso colonizador. Los primeros aserraderos mecanizados para la producción de madera de construcción habían sido fundados en 1875 en los parajes de Río de los Ciervos y Leñadura, por parte de Cruz Daniel Ramírez y Guillermo Bloom, y Henry Reynard, respectivamente. Luego, a partir de 1881, se establecieron otros en Río Seco, por Alfredo W. Scott y Mauricio Braun; en Tres Brazos, por el mismo Braun y Rómulo Correa; en Río Grande, por Juan Bitsch y en Punta Carrera, por Julius Haase. Todos estos aserraderos, movidos por la fuerza del vapor, estaban situados en la península de Brunswick, hacia el sur y norte de Punta Arenas, y su actividad permitió satisfacer la gran demanda de madera durante la primera década de la colonización pastoril2. Otras manifestaciones industriales precedentes eran las herrerías y talleres de carpintería (de obra y blanco) abiertos durante los años 70 y 80 por artesanos inmigrantes (alemanes, franceses e ingleses).

La evolución de la actividad fue notoria, en especial a partir de 1895, en variados ramos, con un crecimiento sostenido que permitió que el número de establecimientos conocido para 1898, ya muy aumentado respecto de los primeros años de la década, subiera en un 50% para 1906 y se duplicara para 1918 (Tabla 1). Ello en sus correspondientes momentos significó importantes inversiones y la generación de una interesante fuente ocupacional, tanto que puede estimarse que solo para 1906 la faena industrial brindaba empleo a lo menos a un cuarto de la población en edad laboral3.

Para conocer debidamente el origen y evolución del trabajo industrial en Magallanes durante el determinante período comprendido entre 1895 y 1920, es necesario considerar separadamente los distintos tipos de establecimientos, aunque agrupados según las correspondientes especialidades genéricas.

TABLA 1

INDUSTRIAS ESTABLECIDAS EN MAGALLANES*

 

1898

1906

1914

1918

Aserraderos

5

12

12

11

Astilleros y varaderos

9

5

4

4

Carpinterías

5

10

8

13

Cecinerías

-

5

3

5

Cervecerías

2

2

2

2

Cigarrerías (fábricas)

4

2

1

2

Curtidurías

-

1

2

4

Fábrica de briquetas

-

1

S/d

-

Fábricas de calzado

-

-

S/d

1

Fábrica de carruajes

-

3

5

4

Fábrica de fideos

-

1

2

2

Fabricas de jabón

-

1

S/d

1

Fábrica de ladrillos

3

4

4

3

Fábrica de Licores

4

7

6

2

Frigoríficos

-

1

2

5

Graserías

9

7

6

3

Industrias metal-mecánicas

       

(mecánica, fundición, herrería)

10

12

16

3

Hojalaterías

1

7

6

10

Imprentas

2

4

10

13

Marmolerías

2

1

5

3

Materiales de construcción

-

2

S/d

S/d

Mueblerías

2

4

S/d

7

Panaderías

6

8

9

8

Peleterías

-

6

S/d

4

Sastrerías

5

7

13

20

Talabarterías

4

2

2

2

Talleres de construcción

6

5

18

8

Talleres de Tejidos

-

2

S/d

S/d

Tintorerías

-

1

4

3

Tapicerías

-

1

S/d

S/d

Tonelerías

-

1

S/d

S/d

Tornerías de madera

-

2

S/d

S/d

Tostadurías de café

-

-

S/d

2

Varias

-

-

S/d

3

Zapaterías (reparaciones)

5

8

33

19

* Elaborada a base de datos tomados de Lautaro Navarro Avaria (1908), Rol de Avalúos Urbano y Rural del Territorio de Magallanes (1913), Agustín Gómez García (1914), Díaz, Contardi y Cía. (1919), y propios del autor.

a) Industrias derivadas de la explotación forestal

Como se ha visto, esta actividad preexistía al período en consideración, pero durante el mismo mostró un importante desarrollo. En este ramo se cuentan aserraderos, carpinterías y talleres de obra, mueblerías, tonelerías, tornerías en madera y tapicerías.

De los primeros establecimientos mencionados, los aserraderos mecanizados a vapor, funcionaban en 1896 seis en Punta Arenas y su vecindad, y uno en la isla Dawson. Aquellos extraían la materia prima de los todavía ricos bosques de la parte central de la península de Brunswick, pero, en la medida que avanzó el siglo XX, se incorporaron otros distritos forestales en Magallanes centro-oriental, en Ultima Esperanza y en Tierra del Fuego.

Originalmente instalados para satisfacer la gran demanda de madera de construcción exigida por el crecimiento urbano de Punta Arenas y por la expansión de la colonización, pronto fue necesario abastecer a los centros poblados y estancias de la Patagonia argentina, lo que trajo consigo el aumento de aserraderos, que de cinco plantas contadas al promediar los años 90 subieron a trece para 1906, cantidad que se mantuvo casi invariable durante toda la década siguiente (Tabla 1)4.

La producción correspondiente no ha podido ser cuantificada por insuficiencia de datos. Se sabe sí que para 1894, época en la que la industria iniciaba su crecimiento, la cantidad registrada alcanzó a 3.500.000 de pies superficiales, lo que nos lleva a estimar una cifra anual promedio de 8.000.000 de pies para todo el lapso en consideración. La producción estandarizada incluía tirantes, tablas, cuartones y piezas especiales en diversas longitudes y espesores. Normalmente la fase productiva concluía con el aserreo, pero algunos establecimientos añadían excepcionalmente el cepillado y otras formas de mayor elaboración que eran propias de las carpinterías de blanco, cuando disponían de instalaciones anexas para el efecto, como fue el caso del importante establecimiento Bermúdez & Hamann. La actividad asimismo fue interesante como fuente ocupacional para operarios fabriles, peones y cortadores de madera, tanto que para 1895 ya brindaba trabajo a medio millar de obreros5.

La instalación mecanizada estándar de estos establecimientos incluía equipos conformados por bancos americanos para partir y cantear vigas y trozas, bancos circulares para sierras de distinto diámetro para la producción de piezas de distintas medidas, máquinas complementarias y otras herramientas; la fuerza motriz se generaba con calderas a vapor que tanto podían ser de base fija, por lo general de mayor potencia y empleadas en los establecimientos más grandes, como móviles y de menor potencia (locomóviles).

Entre los establecimientos más importantes del ramo durante el período teniendo en cuenta sus instalaciones y producción, cabe mencionar los aserraderos Bermúdez & Hamann, de Mauricio Braun, de Alejo Marcou y de la S.A.G. y C. Menéndez Behety, en Punta Aenas; de Sardes y Díaz, en Leñadura, y de Alberto Baeriswyl en Punta Carrera.

Esta faena industrial primaria suministraba la materia prima que utilizaban en subsiguiente fase fabril las carpinterías de obra blanca y talleres de obra especializados, los astilleros, fábricas de carruajes, y otros establecimientos menores (tapicerías, tonelerías y tornerías). La evolución del ramo estuvo señalada por un mayor crecimiento que el registrado para las plantas de aserreo, como que se triplicó entre 1898 y 1918.

Su producción variada estuvo calificada por el trabajo de eficientes artesanos y maestros de origen europeo, y pudo satisfacer los requerimientos diversos en la construcción de edificios (puertas, ventanas, molduras, machihembre para pisos y paredes, balaustradas, etc.), y para la fabricación de muebles y otras especies, todo ello fundamentalmente para la satisfacción del creciente mercado interno como igualmente para la exportación a los territorios patagónico y fueguino argentinos, a las islas Malvinas y, excepcionalmente, a Montevideo, en Uruguay.

Finalmente, cabe señalar como índice adicional de la importancia de las instalaciones industriales madereras, que la potencia instalada en 1906 para el ramo representaba un quinto del total registrado entonces (Tabla 3, y L. Navarro, op. cit.).

b) Industrias derivadas de la ganadería

Esta expresión de la economía territorial surgió y se desarrolló dentro del período en consideración, contribuyendo a caracterizar la producción industrial magallánica, basada como estuvo fundamentalmente en la utilización de materias primas derivadas de la actividad territorial preponderante como era la crianza pecuaria. Sus manifestaciones más importantes fueron las graserías o fábricas de grasa, los frigoríficos, las curtiembres, talabarterías, fábricas de calzado y de cecinas.

El primer establecimiento de grasería se instaló en 1894, en Oazy Harbour, precisamente por el hacendado Henry Reynard quien había sido pionero en la iniciación de la crianza lanar en 1876-77. Ello constituyó una respuesta técnica y económica a la exigencia impuesta por el crecimiento numérico de la masa ovina. En efecto, al aumentar la cantidad de animales más allá de la capacidad anual de absorción por el consumo interno de carnes, se advirtió la necesidad de aprovechar económicamente el creciente excedente mediante su faenamiento para la producción de sebo.

La instalación industrial correspondiente se componía de un motor generador de fuerza, alimentado por una caldera a vapor, de digestores de tamaño y capacidad variables para derretir las reses, clarificadores para la purificación del sebo, enfriadoras, estanques para agua e instalaciones complementarias diversas para el envasado, transporte y embarque del producto; y, por fin, máquinas y equipos para el secado, esquilado y enfardelado de cueros. Además del sebo como producto principal, se obtenía aceite de patas para máquinas y alumbrado, y tripas saladas, que en este caso se exportaban a Europa, de preferencia a Alemania.

En poco tiempo se pusieron en funcionamiento otros varios establecimientos del género, cuatro de ellos en zonas rurales: en la estancia "Punta Delgada" de Waldrom & Wood, en la estancia "San Gregorio" de José Menéndez, en la estancia "Useful Hill" de William Douglas y en la estancia "Otway" de Thomas Saunders. Con posterioridad se crearon otras nuevas graserías, en Gente Grande y Caleta Josefina, Tierra del Fuego, por parte de las sociedades Wehrhann, Hobbs y Cía. y Explotadora de Tierra del Fuego respectivamente; y en Puerto Consuelo, Ultima Esperanza, por Hermann Eberhard, el colonizador pionero en dicho distrito. Estos establecimientos, más otro instalado al parecer en Punta Arenas, harían el total de nueve plantas del ramo registradas para 1898 y que representaban una importante inversión en edificaciones, maquinarias e instalaciones varias (Tabla 1). Con el transcurrir del tiempo se advertirá un decrecimiento númerico de las graserías, debido precisamente al adelanto tecnológico industrial que permitió la instalación paulatina de grandes y modernas plantas de faenamiento y frigorización. Se mantendrá sí una dotación menor de graserías como emprendimientos independientes, radicados preferentemente en Punta Arenas6 .

Efectivamente, el desarrollo casi prodigioso de la crianza lanar que había llevado a la dotación animal territorial a sobrepasar 1.500.000 cabezas al comenzar la primera década del siglo XX, exigió disponer de los medios industriales más adelantados para el beneficio de los excedentes animales y de sus subproductos7. Ello significó la inversión de importantes capitales en una actividad industrial como no se conocía hasta entonces en el territorio de Magallanes.

El primer establecimiento comenzó a levantarse por iniciativa de Mauricio Braun, poderoso capitán de industria, en la localidad de Río Seco, poco al norte de Punta Arenas. Para el caso se constituyó la entidad The South American Export Syndicate, sociedad anónima donde entraron a participar capitales ingleses y del propio Braun. De esta manera se conformó una nueva participación de capitales británicos en la actividad económica regional magallánica, que ya registraba desde hacía años una importante inversión de ese origen en el rubro agropecuario (establecimientos de crianza, plantas industriales)8. Concluidas las obras, la planta frigorífica inició sus actividades en 1905.

El nuevo y verdaderamente moderno establecimiento industrial contó no solo con la tecnología más adelantada disponible en el rubro en lo tocante a proceso, maquinarias, equipos e instalaciones, sino además con asistencia técnica de expertos británicos en el manejo correspondientes. Así, desde el primer momento y para lo futuro el plantel administrativo y técnico de esta factoría estuvo formado virtualmente de manera exclusiva por gente contratada ex profeso en o procedente del Reino Unido. Se estableció de tal manera un precedente de manejo eficiente que fue seguido por las otras plantas que se establecieron en Magallanes durante el período en consideración. La inmigración europea, preferentemente la de origen británico (ingleses, escoceses), proveía del contingente suficiente de personal con calificación técnica, entre los cuales se contaban numerosos ingenieros mecánicos, muchos de los cuales fueron contratados para servir cargos de responsabilidad en estas y otras empresas industriales.

Básicamente este tipo de plantas industriales comprendían el faenamiento de animales ovinos (corderos de temporadas y animales capones), la frigorización de las reses y el procesamiento de los subproductos, todo ello para su ulterior exportación al mercado consumidor europeo, preferentemente al británico. Por consecuencia, la estructura técnico-industrial se componía de grandes naves e instalaciones para la matanza, descuerado y eviscerado de animales; de espacios para el lavado y encamisado de las carcasas (reses) y de cámaras para su posterior frigorización; de espacios ad hoc para la elaboración y envasado de subproductos (sesos, lenguas, hígados, riñones, corazones), y para el secado y enfardelado de cueros. La parte propiamente industrial se completaba con una grasería para el faenamiento y aprovechamiento de los animales viejos y rechazos9. Además, se incluía el transporte y embarque de productos, para lo cual se había construido un muelle propio para el servicio de los barcos especializados ("caponeros"), y otras instalaciones.

Lo expuesto permitía la realización de una faena industrial de alguna complejidad que significaba un período de operaciones que se extendía entre diciembre y mayo, incluyendo los preparativos y los trabajos terminales. El resto del año se empleaba, en general, en el despacho de la producción de la correspondiente faena y en tareas de mantenimiento de equipos, maquinarias e instalaciones. La planta para su funcionamiento demandaba ocupación de mano de obra variable, alta durante el período de faena y baja en el lapso junio a noviembre.

Tal era, en síntesis, la actividad de este ramo especializado que en su tiempo representó la inversión más cuantiosa y por tanto más significativa en el género industrial en el antiguo Magallanes.

En 1907 el Presidente Pedro Montt, a la sazón de visita en el territorio de Magallanes, presidió en San Gregorio la colocación de la piedra fundamental de un segundo frigorífico que habría de ser construido por cuenta de la Compañía Frigorífica de la Patagonia, constituida con los aportes de empresarios regionales encabezados por José Menéndez, otro prohombre del progreso austral. La inversión era de 70.000 libras esterlinas, suma ciertamente importante para la época. La planta, de características similares a la de Río Seco, instalada en Puerto Sara (así denominada en homenaje a la esposa del Presidente Montt), comenzó su primera faena el 20 de febrero de 190810.

Para tener una idea de la capacidad de beneficio y producción de estos dos frigoríficos, basta señalar que en 1910 exportaron en conjunto 338.513 reses entre corderos y capones (185.619 Río Seco y 152.894 Puerto Sara).

Durante la década de 1910 se instalaron otros tres frigoríficos: en 1914 el de Puerto Bories, Ultima Esperanza, propiedad de la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego; en 1916 el de Punta Arenas, fundado por el activo empresario de origen suizo Juan Hoeneisen y que después pasó a ser propiedad de la Sociedad Frigorífica de Punta Arenas, igualmente formada por aquel; y en 1918 el de Puerto Natales, Ultima Esperanza, levantado con capitales magallánicos entre los cuales los mayoritarios eran los de los empresarios Manuel Iglesias y Sara Braun (Compañía Frigorífica de Puerto Natales).

Asociadas con las actividades industriales descritas estuvieron las fábricas de carnes en conserva. De estas funcionaron tres entre 1908 y 1916, siendo las más importantes la de Punta Delgada, propiedad de la firma ganadera Waldron & Wood; la de Puerto Bories, de la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego, y la de Punta Arenas, fundada por Juan Hoeneisen. Estas dos últimas se integraron posteriormente a los respectivos frigoríficos instalados en dichos lugares. La primera mencionada, al parecer dejó de trabajar hacia 1912.

Así quedó completada la primera infraestructura industrial en forma con que contaba Magallanes, que sobrepasaría en servicio la mitad del siglo XX. Su importancia para la época puede medirse con las cifras de producción exportadas en el año 1918. El total de productos industriales entonces despachados al exterior fue de 14.949 toneladas (carne frigorizada, carne en conserva, grasa comestible), con un valor de $ 20.903.686, cifra que representó el 36,6% del total exportado por el territorio ($ 57.138.572).

Otro ramo industrial derivado de la ganadería era el del secado y tratamiento de cueros, principalmente lanares. A comienzos del siglo XX se instaló la curtiembre de Engelbert Hardt y Cía., en Río de los Ciervos y durante 1906, un segundo establecimiento en Tres Puentes, propiedad de la firma belga J. y C. Kreglinger, de Amberes.

El procesamiento industrial correspondiente era de carácter primario y consistía en el tratamiento de los cueros, previamente esquilados al ras para aprovechar la fibra disponible, con baños químicos y de agua para eliminar el resto de la lana y para producir su engruesamiento o "engorde" (piclado), fase primera de la elaboración de la badana. Este producto una vez teñido, si procedía, y secado, se enfardelaba para su exportación. Otra parte de los cueros se exportaba en bruto, seca, previas faenas de recorte, selección y enfardado.

Los cueros de vacunos y caballares se exportaban en bruto, secos. Hacia 1917 se fundó en Punta Arenas una sociedad, con un capital de 60.000 libras esterlinas, cuyo objeto era el de instalar una curtiembre de cueros vacunos con miras a la producción de suelas y fabricación de calzado. No obstante el entusiasmo con que se acogió la iniciativa, lo que significó que en pocos días se vendiera la totalidad de las acciones en que se había dividido el capital, no se conoce el fin que pudo tener esta empresa, si es que llegó a desarrollarse efectivamente. Este es un claro ejemplo de varias iniciativas del género que en la época y después de 1920 se plantearon y que, por lo común, no pasaron de simples propuestas que no llegaron a materializarse por razones diversas.

Asociados con el trabajo del cuero surgieron tempranamente, a partir de los años 90, una cantidad de establecimientos menores: talabarterías, peleterías, zapaterías (reparaciones) y fábricas de calzado, los que trabajaban en forma artesanal, esto es, con poco personal, escasa maquinaria y bajo capital en giro. Estos establecimientos, sin embargo, cumplieron entonces un papel interesante de servicios y abastecimientos principalmente para satisfacer las necesidades intraterritoriales. Todos ellos estaban radicados en Punta Arenas.

Completaban el cuadro industrial derivado de la ganadería las fábricas de cecinas. Eran todos establecimientos pequeños, asociados por lo común a la crianza de cerdos, y cuya producción estaba destinada al mercado consumidor interno. Al igual que las industrias menores anteriormente mencionadas surgieron con el siglo XX y se radicaron en la ciudad de Punta Arenas.

c) Industrias metal-mecánicas

Este importante ramo del quehacer industrial estaba representado por la actividad de maestranzas y fundiciones, talleres mecánicos, herrerías y hojalaterías. Se inició en forma en 1895 con la instalación de la primera maestranza y fundición por parte de dos inmigrantes alemanes, Ricardo Lion y Adolfo Geissel (Lion y Cía.), con una importante inversión en capital que permitió dotarla de una amplia y suficiente infraestructura en edificios, maquinaria y equipo para satisfacer adecuadamente los requerimientos del género. Este establecimiento alcanzaría un rápido desarrollo y ganaría un merecido prestigio dentro y fuera del territorio magallánico, y tendría, además, una prolongada actividad técnica que pasando por sucesivas manos empresariales (Charles Milward, Milward y Cía., Lescornez y Cortés, Erwin Neracher, Indumetal S.A.) sobrepasaría el siglo de vigencia, hasta cerrar sus puertas en 1998.

Poco tiempo después de aquella instalación, hacia 1896 ó 1897, dos inmigrantes croatas, el ingeniero mecánico Francisco Subat y Mateo Brncic, práctico en el mismo ramo, fundaban un taller mecánico que no demoraría en acreditarse y que se mantuvo en operaciones hasta el fallecimiento del primero de los nombrados, ocurrido en 1903. Poco tiempo después, Brncic vendió sus instalaciones a la sociedad mercantil y naviera Braun & Blanchard. Sobre esta base esta empresa formó una entidad de proporciones, la Maestranza y Taller "Minerva", que virtualmente de inmediato adquirió renombre por la calidad y variedad de sus servicios y producciones industriales, algunas de evidente complejidad para el medio y la época. Estos establecimientos, cabe destacarlo, y ello vale para todos aquellos dedicados al rubro metal-mecánico que funcionaron durante el período que se considera, desarrollaron comúnmente su actividad en dos vertientes: una la reparación de maquinarias o sus elementos componentes, y otra, la fabricación de partes y piezas de repuesto de distinta envergadura para diferentes motores y equipos. Pero en esta segunda fase el trabajo industrial alcanzaría una sorprendente calificación al fabricarse inclusive máquinas complejas (calderas a vapor, bombas para prensas hidráulicas, bombas para calderas, molinetes a vapor, winches, volantes, poleas, engranajes, cigüeñales, hélices para barcos, arados, prensas para enfardar, etc.).

Ello fue posible porque desde un principio la responsabilidad de dirección técnica y de diseño industrial fue asumida por competentes ingenieros ingleses, entre los cuales corresponde recordar a James C. Robins, quizá la figura más destacada en la profesión mecánica, quienes contaron con un personal de capataces que eran expertos conocedores del oficio y buenos operarios. Debe hacerse notar en este respecto que esta rama industrial registraba en 1906 un elevado porcentaje de extranjeros (europeos) en su dotación (43%), lo que se explica por el nivel de especialización laboral que la misma requería para su funcionamiento.

Buscando su autosuficiencia y una mayor eficiencia productiva, los dos establecimientos mencionados poseían diferentes secciones principales: taller mecánico propiamente tal, herrería y fundición.

De manera ciertamente notable estas industrias metal-mecánicas llenaron eficazmente su cometido de servicio para otras actividades económicas regionales como eran la navegación mercante (reparación de naves y astilleros), aquellas asociadas a la explotación ganadera (estancias, barracas, graserías, frigoríficos, etc.), y las explotaciones forestales y mineras, con lo que Magallanes consiguió una real autosuficiencia mecánica industrial.

El funcionamiento de estas dos plantas principales no obstó al surgimiento de una cantidad de establecimientos menores, en forma de talleres de mecánica general y de precisión, tornerías, herrerías y hojalaterías, para todos los cuales en todo tiempo había trabajo asegurado dada la intensidad y variedad económica productiva del territorio magallánico durante el período, sin excluir, por cierto, las demandas externas del sur argentino y Malvinas (Tablas 1 y 2).

d) Construcción y reparación de naves

Tal como aconteció con las industrias derivadas de la ganadería, la actividad de construcción y reparación navales fue una de las caracterizadoras del período ya que surgió y tuvo su mejor desarrollo durante su transcurso.

En su historial particular hay dos etapas. La primera se inicia con la instalación del primer astillero hacia 1892, hasta el fin de siglo, lapso durante el cual se registra el surgimiento de la industria con la actividad de nueve astilleros; y la segunda etapa que corrió entre 1901 y 1920, que se corresponde con el máximo desenvolvimiento alcanzado por el negocio naviero en Magallanes, durante el que se registró un promedio de cinco astilleros en faena11.

La operación industrial del rubro suponía los trabajos de mantenimiento de naves (carena y reparaciones) y de construcción de embarcaciones. En la primera especialidad se destacó desde un comienzo por la importancia y calidad de las instalaciones y por la solvencia profesional el varadero y astillero fundado en 1896 por los hermanos Carlos y Daniel Bonacic, asociados con Juan Depolo, todos inmigrante croatas. En 1899 se retiró este último e ingresó en su reemplazo la Sociedad Braun & Blanchard, pasando a operar el establecimiento bajo la razón social Bonacic Hnos. y Cía. Este prestigioso varadero-astillero alcanzaría una extensa vida operativa, superando el siglo de vigencia, integrando al presente la Planta 21 de Mayo de Astilleros y Maestranzas de la Armada de Chile (ASMAR).

TABLA 2

LAS INDUSTRIAS DE MAGALLANES DESDE 1899 A 1907*

 

1899

1900

1901

1902

1903

1904

1905

1906

1907

Aserraderos

7

6

6

9

9

13

13

13

12

Astilleros

9

S/d

S/d

S/d

S/d

S/d

S/d

5

6

Carpinterías

5

11

11

11

7

9

13

13

10

Cigarrerías

4

4

4

3

S/d

2

2

2

3

Colchonerías

1

1

1

1

1

Confiterías o Dulcerías

2

2

2

2

2

2

2

Curtiembres

1

2

2

1

Empresa de luz eléctrica

1

1

1

1

1

1

1

1

1

Fábricas de Briquetas de Carbón

1

1

1

1

Fábrica de carruajes

2

2

1

1

2

2

2

3

Fábrica de estearina,

                 

glicerina y jabón

1

1

1

Fábrica de fideos

1

1

1

1

Fábrica de flores artificiales

1

1

Fábrica de ladrillos

3

2

2

2

3

4

4

4

4

Fábrica de cervezas y licores

5

5

5

4

6

5

5

5

9

Fábrica de velas

1

1

1

1

1

Frigoríficos

1

1

1

Graserías

9

9

9

9

9

10

9

9

7

Herrerías, fundiciones y

                 

talleres mecánicos

10

10

10

11

9

9

10

10

12

Hojalaterías

1

2

2

2

3

3

3

3

7

Imprentas

2

3

3

3

3

2

3

3

4

Jabonerías

1

Marmolerías

2

4

4

4

2

2

1

1

1

Mueblerías

2

1

1

3

1

4

Panaderías

6

6

6

9

7

7

5

5

8

Peleterías

1

1

6

Sastrerías y modistas

7

9

9

12

9

13

11

11

12

Talabarterías

2

2

2

2

2

2

2

2

2

Talleres de construcción

6

9

9

12

9

13

11

11

12

Tintorerías

2

2

3

3

1

Tornerías y tonelerías

1

2

2

2

3

Triperías y encurtidos

1

1

Zapaterías

5

10

10

14

9

11

10

10

6

Total establecimientos

89

101**

101**

115**

95**

116**

119**

125

144

* Adaptado y reformado de L. Navarro (1908). Se han excluido Carnicerías, Chancherías, Empresa de Teléfonos, Fotografías, Joyerías y Relojerías, Matadero, Peluquerías, Saladeros de cueros, Talleres de pintura.

** Suma incompleta.

En la segunda especialidad el establecimiento más afamado fue el de Doberti y Cía., fundado en 1895, al que debe agregarse el astillero instalado en 1912 en Puerto Harris, isla Dawson, por la Sociedad Ganadera Gente Grande. Aunque no han quedado registros precisos de la producción industrial del ramo, es posible afirmar sobre la base de noticias parciales y datos sueltos que entre 1896 y 1923 se habrían construido en Punta Arenas y Puerto Harris un centenar de embarcaciones entre vapores, goletas y cúteres a motor y vela, chatas y lanchas de carga con un peso superior a diez toneladas por unidad, además de una cantidad indeterminada pero no pequeña de chalupas, botes y chalanas. El tonelaje total construido y botado al mar en ese lapso no bajó de 6.500 toneladas y posiblemente superó las 7.000 toneladas12. El astillero de Puerto Harris, bajo la dirección del experto maestro Gerónimo Donatti, botó al mar en 1919 la nave de mayor tamaño construida en Magallanes, el buque – motor Sara, de 1.000 toneladas de registro.

Es de notar que en esta faena industrial se atendió tanto la demanda de los armadores regionales, como los pedidos del exterior (Argentina y Malvinas).

e) Fábricas de carruajes

Esta rama de la industria fue otra de las actividades surgidas tempranamente en el transcurso del período en consideración. Naturalmente ella conformó una respuesta satisfactoria a la demanda provocada por la imprescindible necesidad de contar en el extenso territorio magallánico con medios de transporte, de manera particular en las zonas rurales donde se hallaba en pleno desarrollo el proceso de ocupación colonizadora. De allí que los requerimientos de vehículos de carga fueran sostenidos y crecientes, en especial los carros livianos de desplazamiento rápido y las grandes carretas para el traslado a puertos o caletas de los productos de las diferentes estancias desperdigadas por la Patagonia y la Tierra del Fuego.

Instaladas probablemente durante la segunda mitad de la década final del siglo XIX, para 1906 se registraron tres fábricas de carruajes o "carrocerías" como eran conocidas, cantidad que en el curso de los años 10 subió a cinco establecimientos. De ellos los que ganaron nombradía por la calidad de su producción fueron la Carrocería "La industrial" de Grimaldi Hnos. y Cía., y la Carrocería "La Pampa" de Albert Fleury. La producción de este ramo fabril era variada: coches de paseo, carros livianos mixtos de pasajeros y carga, carretones (chatas) de carga de dos y cuatro ruedas de tiro caballar para usos urbano y rural, carromatos especiales de uso mercantil (reparto de carne, pan, leche), carretas de diferente tamaño tiradas por bueyes para cargas pesadas, en fin. Sin embargo, de ser la madera el material básico de fabricación, cada establecimiento poseía su propia sección de herrería para la elaboración de llantas para ruedas y diferentes clases de herrajes y pernerías utilizados en los vehículos13.

f) Fábricas de productos alimenticios

Integraron este ramo de la industria manufacturera las fábricas de cervezas, licores y bebidas gaseosas; fábricas de fideos, de conservas varias, panaderías y tostadurías de café. Las elaboradoras de cecinas han sido incluidas entre las industrias derivadas de la ganadería.

En este conjunto destacan las cervecerías fundadas durante el curso de los años de 1890. Ambas se debieron, como puede suponerse, al espíritu creativo de inmigrantes de origen germano: José Fischer y Helmuth Petersen, quienes instalaron en 1896 el primero de estos establecimientos; y la firma Budack, Noetzel y Cía., constituida también por inmigrantes alemanes, que poco después abrió la segunda fábrica. Durante el cuarto de siglo que se analiza ambas plantas registraron una importante producción y cimentaron una bien merecida fama. La cervecería de Fischer y Cía. ("La Patagona"), renovada en sus instalaciones y en poder de otras manos empresariales se mantiene en actividad hasta el presente.

En la especialidad de fabricación de licores, destacó la industria fundada por el italiano Francisco Depetris, con productos varios de alta calidad que incluso fueron exportados. Igualmente la destilería y licorería a vapor fundada por la firma Lacaze y Labat.

En la variedad alimentaria conformada por la elaboración de pasta y fideos funcionaron dos establecimientos, el Calcutta y Fariña, abierto en 1900, y el de Luis Mercenaro y Cía. Debe hacerse notar que esta especialidad fue la que ocupó el mayor porcentaje de extranjeros entre los trabajadores ocupados en la misma (76%), de acuerdo con el registro censal de 1906.

La industria panificadora fue desarrollada en varios establecimientos de carácter artesanal, dedicados todos al abastecimiento de la población urbana.

Finalmente, cabe mencionar a la fábrica de conservas instalada por el alemán Gustavo Müller para el envase de productos naturales del territorio y cuya calidad permitió su venta fuera de Magallanes.

g) Industrias varias

La diversidad de necesidades de abastecimiento constatada durante el lapso 1895-1920, permitió la instalación de otras varias fábricas de diferentes clase, cuya sola mención resulta suficientemente descriptiva: fábrica de briquetas de carbón, fábrica de estearina y productos químicos, fábrica de jabón, fábricas de ladrillos y baldosas, fábricas de cigarrillos, marmolerías, sastrerías, tintorerías, imprentas (talleres de obra), etc. En su conjunto satisficieron los correspondientes requerimientos internos, dejando un margen para la exportación a territorio argentino y contribuyeron a expresar la vitalidad de la faena fabril del período.

Esta además pudo ser apropiadamente difundida con la realización en Punta Arenas de la Primera Exposición Industrial de Magallanes (1915), escaparate público donde pudo comprobarse la variedad y calidad de los productos elaborados en el Territorio de Magallanes a través de una actividad económica que expresaba en buena medida el nivel de adelanto que se había alcanzado durante los años dorados del desarrollo regional14.

2. CARACTERÍSTICAS DE LA INDUSTRIA MAGALLÁNICA
DURANTE EL PERÍODO 1891-1920

Al finalizar el fenómeno de industrialización inicial registrado en Magallanes durante la década final del siglo XIX y las dos primeras del siglo XX, lo primero que salta a la vista es la celeridad con que se dio el mismo, pues virtualmente en una década entre 1895 y 1905 surgieron, si no todos, gran parte de los rubros especializados que se han considerado. Ello significa que advertida que fue una necesidad, allí estuvo pronta la iniciativa empresarial para darle la debida satisfacción. De tal modo quedó definida prácticamente sin cambios una importante rama caracterizadora de la actividad económica territorial por las siguientes cinco décadas, hasta pasada la mitad del siglo XX, como una expresión cabal de la creatividad pionera propia del tiempo histórico de que se trata.

TABLA 3

ESTADO DE LA INDUSTRIA EN MAGALLANES EN 1906*

Número de establecimientos industriales

177

Capital total invertido

$ 10.641.431

Maquinaria y equipo

 

Motores (unidades)

54

Calderas

60

Máquinas (Fuerza motriz, a mano, a pedal)

685

Potencia instalada (H.P.)

1.694

Materias primas consumidas

$ 6.288.550

Producción anual

$ 11.806.905

Operarios ocupados

1.668

 

* Fuente: L. Navarro A., Censo Jeneral de Población, Edificación, Industria, Ganadería i Minería del Territorio de Magallanes, Punta Arenas, 1908.

TABLA 4

ORIGEN NACIONAL DE LA MANO DE OBRA INDUSTRIA (1906)*

Clase de industria

Chilenos

Extranjeros

Alcoholes

28%

72%

Alimentos

54%

46%

Alumbrado y otros

63%

37%

Astilleros

50%

50%

Carrocerías

51%

49%

Confecciones (vestuario)

57%

43%

Maderas

75%

25%

Materiales de construcción

37%

63%

Metales

57%

43%

Muebles

44%

56%

Papeles (Imprentas)

70%

30%

Pieles

57%

43%

Químicos

67%

33%

Tabacos

56%

44%

* Fuente: Lautaro Navarro A. (1908).

También resalta la diversidad productiva, consecuencia natural del estado de aislamiento y lejanía geográficos en que se encontraba el territorio de Magallanes en la época de que se trata, circunstancia que exigía disponer del mayor autoabastecimiento posible y la autosatisfacción del cúmulo de necesidades propias de una situación tan particular.

Igualmente aparece con notoriedad la propiedad de los establecimientos, que fue abrumadoramente extranjera (europea), aunque con los titulares del dominio en su mayor parte radicados en Chile. Al efecto resulta elocuente la información registrada por el censo industrial de 1906: de un total de 153 industrias consideradas15, el 90% pertenecía a personas extranjeras o a entidades colectivas (sociedades legalmente constituidas o de facto) con presencia mayoritariamente o exclusiva de extranjeros16  (Tabla 5).

TABLA 5

PROPIEDAD DE LA INDUSTRIA EN MAGALLANES (1914)*  **

Alemanes

$2.860.000

Austríacos (croatas)

$2.420.000

Franceses

$1.930.000

Italianos

$1.090.000

Ingleses

$890.000***

Españoles

$   420.000

Chilenos

$390.000

Portugueses

$   120.000

Uruguayos

$50.000

Argentinos

$40.000

Turcos

$25.000

Belgas

$10.000

Otras nacionalidades

$15.000

Total

$10.260.000

* Fuente: Agustín Gómez García (1914).

** No incluye la inversión industrial en frigoríficos, graserías, fábricas de conserva, etc., incluidos en la propiedad fundiaria (estancias) y valorizados en más de $ 100.000.000 en conjunto.

*** Dato incompleto por defecto. La inversión de empresarios de origen británico era probablemente la más importante dada su participación significativa en la crianza ovina y sus derivados industriales.

Si además se considera el aporte de conocimientos profesionales y técnicos hecho por los inmigrantes europeos y que resultó determinante para el planeamiento y el funcionamiento de las industrias y, por último, la importante cuota de extranjeros en el total de la mano de obra ocupada, teniendo como base el dato registrado en 1906 como reflejo cabal de la época, que alcanzó al 39% de la dotación (681 operarios sobre un total de 1.744 obreros industriales censados), es posible concluir de manera categórica que la actividad industrial inicial en Magallanes fue una contribución fundamental de la inmigración europea radicada en el territorio. En otras palabras, la industrialización original de Magallanes no habría sido históricamente posible de no haber concurrido a ella el genio creador, los conocimientos técnicos y el capital generado por los inmigrantes europeos. Ello debe ser aceptado como una verdad incuestionable.

Ahora bien, en un aspecto más específico, la industria establecida y desarrollada en Magallanes entre 1891 y 1920 se caracterizó por basar su producción equitativamente tanto en la transformación y elaboración elemental de materias primas, y en la prestación de servicios (mantenimientos, reparaciones, suministro de piezas de recambio), como la fabricación de bienes o productos nuevos. La producción en serie fue baja.

El valor agregado fue variable, bajo en elaboraciones de carácter primario y más elevado en las fabricaciones propiamente tales.

En cuanto al destino de la producción, la falta de antecedentes dificulta la definición, pero habida cuenta del volumen y valor de lo producido por la industria cárnea (frigoríficos y graserías), puede estimarse que la mayor parte de los productos industriales elaborados en el territorio de Magallanes estuvo destinada a la exportación (mercado europeo y predominantemente británico), ello sin considerar que otros ramos importantes (maderas, aserradas, maderas elaboradas, embarcaciones, carruajes, máquinas y componentes mecánicos) igualmente destinaron parte de su producción al mercado externo (Argentina, Malvinas, Uruguay). El resto de la variada elaboración industrial fue consumido o utilizado en el mercado interno regional.

En lo tocante al empleo de la tecnología, la actividad incorporó como cosa novedosa para el país toda aquella referida al tratamiento y frigorización de carnes ovinas; del mismo modo que aun no siendo novedosa fue importante en lo referido a la construcción naval y a los trabajos metal-mecánicos, entre otros variados procesos de fabricación registrados.

En otro aspecto, salvo el caso de las plantas frigoríficas, los establecimientos industriales de la época, pueden ser calificados en términos actuales como de tipo mediano a pequeño, con una importante cuota de expresión fabril de carácter artesanal.

Por último, aunque resulta igualmente incuantificable para la mayor parte del treintenio en consideración por carencia de datos, salvo el caso conocido para 1906, no sería aventurado sostener que la faena industrial en sus diferentes expresiones representó una fuente ocupacional interesante e importante, que habría comprometido entre el cuarto y el quinto del total de la mano de obra ocupada en el territorio de Magallanes durante el período.

3. EL ESTADO Y EVOLUCIÓN DE LA INDUSTRIA
ENTRE 1921 Y MEDIADOS DEL SIGLO XX

El lapso de tres décadas que se inició con los años 20 del siglo estuvo señalado en general en lo tocante a la faena industrial por el mantenimiento, en primera instancia, y por una tendencia a la reducción, en seguida, de la infraestructura conocida para la primera época o período fundacional. Ello, obviamente, estuvo determinado por las contingencias coyunturales por las que pasó la economía general del que hasta 1928 fue territorio y luego provincia de Magallanes en que, vale reiterarlo, la crianza ovejera era estructuralmente la actividad principal y por tanto determinante para el curso de los acontecimientos. En síntesis, la secuencia evolutiva de la misma a partir de 1919-20 fue desde una fase recesiva temporal durante la primera postguerra mundial, seguida por una transitoria recuperación entre aproximadamente 1923 y 1929; luego afectada seriamente por las consecuencias regionales de la gran crisis mundial de 1929-32 y de la crisis económica chilena de 1931-32, con una nueva recuperación paulatina a partir de 1933, que se afirmó aunque con inestabilidad durante los años del segundo conflicto mundial entre 1939 y 1945, para llegar después a la fase recesiva más severa hasta entonces conocida regionalmente, que culminó con el colapso del modelo económico estructural vigente desde 1880, basado principalmente en la explotación primaria de los productos de ganadería lanar. Hubo, además, en el decurso de este azaroso treintenio otros factores concurrentes importantes, entre ellos las consecuencias de la apertura del canal de Panamá en el movimiento marítimo, la pérdida de la hegemonía mercantil de Punta Arenas sobre la Patagonia argentina, la inestabilidad e inseguridad del mercado argentino para algunos productos magallánicos de exportación (maderas) y las medidas de corte nacionalista puestas en práctica por los gobiernos militares argentinos a contar de 1943 para el fomento y desarrollo del territorio patagónico, y en cierto sentido la propia modernidad17.

Así entonces en general durante los años 20 y parte de los 30 la actividad industrial en Magallanes se mantuvo dentro del estado conocido en cuanto a dotación de establecimientos, especialidades fabriles, niveles de producción (aunque creciendo en los volúmenes exportables de la industria frigorífica)18. Sin embargo, paulatinamente, a medida que avanzaba la década de 1930, ciertas producciones industriales bajaron notoriamente (astilleros, carrocerías, metalúrgicas), insinuando un decaimiento en la actividad19.

Este fenómeno se hizo más evidentes durante los años 40, al promediar los cuales se advirtió más agudo. En efecto, la crisis generalizada que caracterizó a la economía magallánica de mediados del siglo XX involucró de manera determinante a la actividad industrial, provocando la disminución ostensible en la producción y aun la paralización definitiva de la misma en algunos rubros importantes (aserraderos, astilleros, maestranzas y talleres mecánicos, graserías y frigoríficos). De tal modo la crisis que afectó a esta importante rama de la economía regional magallánica de aquel tiempo devino finalmente en estructural. Su recuperación y renovación, de cara al futuro, habría de realizarse sobre fundamentos diferentes a aquellos que habían presidido su vigencia más de medio siglo antes, en una progresiva comprensión de la necesidad de definir y por tanto reorientar y poner en marcha un nuevo modelo estructural para recomponer y desarrollar la economía regional durante la segunda mitad del siglo XX.

Para la historia, sin embargo, había quedado registrado un notable esfuerzo económico, de raíz pionera, que había establecido las bases de una actividad industrial significativa por sus consecuencias de variado orden en lo tocante al progreso territorial y ciertamente caracterizadora del espíritu creativo de una época, que fue determinante en la forja del Magallanes moderno.

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1 Para 1896 solo en Magallanes se hallaban ocupadas alrededor de 2.900.000 hectáreas de terrenos pastoriles, con numerosos establecimientos (estancias) en los que se tenía una dotación animal que superaba las 800.000 ovejas, los 32.000 vacunos y los 8.800 caballos.
2 La península de Brunswick conforma la parte terminal del territorio patagónico propiamente tal. Está situada aproximadamente en el centro de la actual Región de Magallanes y su territorio integra la vertiente andina oriental, sobre cuyo primer sector vegetacional tienen desarrollo los distritos boscosos más importantes, poblados especialmente por la lenga (Nothofagus pumilio), la especie de mayor valor maderero de la Región. La cercanía de estos bosques a Punta Arenas, que era el núcleo de la ocupación colonizadora, determinó su explotación temprana.
3 L. Navarro Avaria, Censo Jeneral de Población i Edificación, Industria, Ganadería i Mineria del Territorio de Magallanes, Punta Arenas, 1908, Cuadro Nº 38 Resumen i Proporciones de las Profesiones.
4 La expansión de la actividad forestal tuvo una dimensión geográfica al extenderse a zonas como los distritos de Río Verde y Ultima Esperanza, en Patagonia, y la isla grande de Tierra del Fuego.
5 Para comprender la significación de este empleo basta tener presente que la población territorial era entonces de 5.170 habitantes.
6 Para 1910 funcionaban nueve graserías: en Gente Grande, Caleta Josefina y Bahía Felipe (Tierra del Fuego); en San Gregorio y Río Verde (Magallanes centro-oriental); en Puerto Bories (Ultima Esperanza) y tres en Punta Arenas; además una anexa a la fábrica de carnes de Punta Delgada (Magallanes centro-oriental).
7 El censo económico de 1906 registró una dotación de 1.873.709 ovejas.
8 El monto del capital de origen británico invertido en Magallanes entre 1880 y 1920 –ciertamente no escaso– constituye una incógnita histórica que interesa develar. El investigador Juan Ricardo Couyumdjian que estudió las relaciones entre nuestro país y el Reino Unido (Chile y Gran Bretaña durante la Primera Guerra Mundial y la Postguerra 1914-1921, Editorial Andrés Bello-Ediciones de la Universidad Católica de Chile, Santiago, 1986), no proporciona antecedente alguno sobre el asunto. Sin duda que la información fundamental sobre esta materia se encuentra en repositorios ingleses. Su conocimiento, pues, conforma un aspecto de investigación abierta que debería ser realizado por algún investigador en el futuro.
9 En la jerga técnica se denomina "rechazo" al animal defectuosos inapto para el consumo humano.
10 El asiento que da fe de este hecho en el Libro de Registro de la Compañía Frigorífica de la Patagonia, expresa: El día 20 de febrero se dio por terminada (sic) las construcciones e instalaciones del establecimiento, compuesta de cinco bodegas frías con sus respectivas cámaras y baterías. Para la congelación de carne se instalaron dos máquinas compresoras de amoníaco modernas, horizontales, 10 1/2" x 21" D.A., construidas por la casa Harlam de Inglaterra. También se construyó una Grasería. Todos estos fueron edificados en terrenos propios de la compañía, que son 250 hectáreas. El mismo día 20 de febrero se dio comienzo a la faena. El total de animales beneficiados en 1908 fue de 145.050 ovinos; en 1917 se alcanzó la cifra históricamente más elevada: 400.840 animales, circunstancia que se explica por la gran demanda de carne frigorizada para atender el abastecimiento de los combatientes aliados hacia el término de la Primera Guerra Mundial (Archivo Documentos Inéditos, C.E.H.A, Instituto de la Patagonia).
11 M. Martinic, La construcción naval en Magallanes entre fines del siglo XIX y mediados del XX, inédito.
12 Id. id.
13 En 1907 se organizó una sociedad anónima que se denominó "Germania" para la fabricación de carruajes y equipo rodante, para lo cual se adquirió la industria instalada por el inmigrante alemán Guillermo Zarlach. No obstante haberse reunido un apreciable capital para el objeto las actividades no alcanzaron a iniciarse.
14 El diario El Magallanes en su edición del 12 de abril de 1915 transcribía la siguiente información tomada de Chile Económico en 1914, publicación hecha por la Oficina Central de Estadística, y referida al territorio de Magallanes: Industria fabril y sus manufacturas: 101 establecimientos industriales con un capital de $ 11.800.000. Los más importantes son 2 fundiciones con $ 700.000, 5 establecimientos de conservas de carne con $ 5.331.000; 1 usina eléctrica y 8 aserraderos de maderas con $ 1.612.000.
15 El dato entregado por Lautaro Navarro Avaria es de 177 industrias, pero se han restado aquellas actividades que propiamente no pueden ser consideradas industriales (p. ej. transporte, peluquerías, relojerías y joyerías, etc.).
16 L. Navarro A., op. cit.
17 Para mayor información se sugiere consultar del autor Magallanes 1921-1952: inquietud y crisis (Punta Arenas, 1988) e Historia de la Región Magallánica, volumen II (Santiago, 1992).
18 Durante este tiempo se registró una interesante iniciativa como fuera la de una fábrica de paños, de la firma Ibarra y Cía., lanzada con un capital de $ 25.000 (1923). Sensiblemente se carece de toda información sobre el curso que pudo tener este emprendimiento económico que devino efímero.
19 Durante los años 30, cuando los signos de la crisis estructural ya se percibían, se conocieron opiniones de autoridades, empresarios, trabajadores y organizaciones gremiales que de manera recurrente hicieron planteamientos sobre la necesidad de fomentar "la industrialización de Magallanes". Ello se entendía como una medida eficaz para enfrentar y superar el más agobiante problema de la época como era el desempleo estacional, debido a la forma de la estructura productiva ganadera –que era el gran agente empleador– caracterizada por un período de alta intensidad laboral (pleno empleo) entre los meses de diciembre y mayo, y baja durante el resto del año. De allí que se reclamaba la creación de industrias con ocupación permanente (año redondo), basadas principalmente en el aprovechamiento integral de la lana, principal producto regional (fases de lavado de lana, peinado e hilado de la fibra, fabricación de paños y subproductos).

FUENTES DE CONSULTAS

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