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LOUVECIENNES, Francia – Cuando el castillo Luis XIV fue vendido por más de 300 millones de dólares hace dos años, la revista Fortune lo llamó “el hogar más costoso del mundo”, mientras que Town & Country destacó la fuente de oro laminado, las estatuas de mármol y el laberinto cercado con arbustos del château en su parque panorámico de 23 hectáreas. Sin embargo, a pesar de esos detalles, algo no se sabía: la identidad del comprador.

Resulta que los documentos conducen al príncipe heredero del trono de Arabia Saudita, Mohamed bin Salmán, quien ha impulsado una suerte de purga que está transformando ese país y ha sacudido a Medio Oriente.

Esa compra hecha en 2015 parece ser una de varias adquisiciones extravagantes —incluyendo un yate por 500 millones de dólares y una pintura de Leonardo Da Vinci por 450 millones de dólares— hechas por el príncipe que, en casa, dirige una campaña en contra de la corrupción de la élite saudita y predica sobre la austeridad fiscal.

“Ha tratado de construir una imagen de sí mismo, de manera bastante exitosa, de que él es diferente, de que es reformista, al menos un reformista social y de que no es corrupto”, dijo Bruce O. Riedel, escritor y exanalista de la CIA. “Este es un duro golpe a esa imagen”.

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El príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohamed bin Salmán Credit Fayez Nureldine/Agence France-Presse — Getty Images

La historia del castillo Luis XIV, armada por The New York Times a partir de entrevistas y documentos, se desenvuelve como una trama de novela detectivesca financiera; tiene personajes como un abogado del Gran Ducado de Luxemburgo y una persona que arregla asuntos para los muy ricos de la nación mediterránea de Malta. Incluso Kim Kardashian llegó a aparecerse en el castillo cuando buscaba sitios para su boda con Kanye West.

La información sobre la propiedad del castillo, en Louveciennes, Francia –cerca de Versalles–, está cuidadosamente encubierta por empresas fantasma en Francia y Luxemburgo. Esas compañías son propiedad de Eight Investment Co., una firma saudita administrada por el encargado de la fundación personal de Mohamed bin Salmán. Asesores para los miembros de la familia real dicen que el castillo, en última instancia, pertenece directamente al príncipe heredero.

Eight Investment fue la misma empresa detrás de la compra del príncipe saudita del yate de 134 metros a un magnate ruso del vodka en 2015. La compañía también adquirió recientemente una propiedad de 250 hectáreas en Condé-sur-Vesgre, conocida como Le Rouvray, a una hora en auto desde París. El arquitecto del castillo está renovando la mansión en el terreno y construyendo estructuras para un aparente complejo de caza, de acuerdo con registros de permisos en el ayuntamiento local.

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Una estatua de Luis XIV en el terreno del castillo Credit Lea Mandana para The New York Times

Diseño del siglo XVII con comodidades modernas

El desarrollador inmobiliario del castillo, Emad Khashoggi –sobrino del fallecido millonario traficante de armas Adnan Khashoggi–, demolió en 2009 un castillo del siglo XIX en Louveciennes para hacer espacio para el nuevo château. A simple vista, parece algo construido en la época de Versalles, el palacio real que estableció el estándar mundial del lujo llamativo. Sin embargo, el diseño del siglo XVII esconde tecnología del siglo XXI. Las fuentes, el sistema de sonido, las luces y el aire acondicionado pueden ser controlados desde un iPhone.

Junto con adornos para propiedades de primera que son más comunes, como una cava y una sala de cine, la rotonda tiene un fresco en el techo y la fosa incluye una cámara subterránea transparente sobre la cual nadan esturiones y kois. Una estatua de Luis XIV hecha de mármol de Carrara vigila los patios.

“La idea es de mal gusto, pero ya que lo visitas, no lo es”, dijo Marianne Melino, quien era la subalcaldesa del pueblo durante la construcción. “Como en Versalles, esto también se pasaba de la raya pero, igual que sucedió con Luis XIV, se logró algo bastante increíble”.

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El desarrollador inmobiliario del castillo allanó el terreno en Louveciennes en 2009 para construirlo. Credit Charles Platiau/Reuters

Un líder joven y asertivo

Mohamed bin Salmán, de 32 años, ha establecido en menos de tres años como figura pública una reputación como un líder asertivo; aunque algunos críticos dirían más bien que descuidado. Lanzó una campaña militar aérea sobre Yemen y encabezó el bloqueo de Catar. Sin embargo, también parece haberse ganado el apoyo popular de muchos sauditas jóvenes al refrenar algo a la policía religiosa del país, con la promoción del reconocimiento del derecho a conducir de las mujeres y un reciente anuncio de que los cines de nuevo podrán abrir sus puertas.

No obstante, su rápido ascenso no ha sido del encanto de algunos de sus mayores, en especial por cómo hizo a un lado a su primo mayor para convertirse en el príncipe heredero. Se ha enfrentado a un escrutinio mayor desde los arrestos, en noviembre, de casi doce de sus primos reales y de cientos de otros hombres de negocios o funcionarios; estos ahora están detenidos en el Ritz-Carlton de Riad, quizá la cárcel más lujosa del planeta. El gobierno pintó los arrestos como una campaña de mano dura contra la corrupción, pero los críticos la han llamado una purga política promovida con amenazas.

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A la izquierda, Bader al Asaker, uno de tres accionistas de Eight Investment, que compró el castillo. Al Asaker encabeza la fundación de Mohamed bin Salmán. Credit Fayez Nureldine/Agence France-Presse — Getty Images

Mohamed bin Salmán, en una entrevista con el columnista de The New York Times Thomas L. Friedman, dijo que esperaba que el Estado recuperara unos 100.000 millones de dólares en acuerdos legales con la élite detenida. Tildó de “ridículas” las acusaciones de que los arrestos tenían una motivación política y dijo que esa era la única forma de desarraigar la corrupción y la autocontratación.

“Así que tienes que mandar una señal y la señal que estamos enviando ahora es ‘No escaparán’”, dijo.

Ni él ni el gobierno saudita respondieron a solicitudes de comentarios para este artículo.

Austeridad en casa, lujo en el extranjero

Los gastos desenfrenados de la familia real, cuyas fuentes de ingresos son veladas, ya había despertado dudas y críticas desde antes de que empezara la mano dura. Dado que se ha desplomado el precio del petróleo, la principal fuente de la riqueza del país, el gobierno ha tratado de cerrar déficits presupuestarios mediante la disciplina fiscal.

Sin embargo, después de que el gobierno canceló el año pasado proyectos que costarían el equivalente a un cuarto de billón de dólares para controlar los déficits, el rey Salmán mantuvo la construcción de un nuevo y lujoso palacio vacacional en la costa de Marruecos. En 2015, poco después de ser nombrado segundo en la línea de sucesión, el príncipe Mohamed estaba de vacaciones en el sur de Francia cuando se interesó en adquirir un yate elegante con dos piscinas y un helicóptero.

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Un documento de una firma de abogados en Bermudas que dice: "Los accionistas de Eight Investment Limited son miembros de la familia real saudita y, por tanto, los fondos provienen del rey y del Estado".

Registros filtrados de un bufete de abogados en Bermudas, conocidos como los Papeles del Paraíso, revelan cómo se movilizaron pelotones de abogados, banqueros y contadores en Alemania, Bermudas y la Isla de Man para transferir rápidamente ese navío a Eight Investment. El precio, según borradores del contrato, era de 420 millones de euros –alrededor de 494 millones de dólares de hoy– . Eso es incluso mayor que lo desembolsado por el castillo.

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El constructor del castillo Emad Khashoggi en una cámara ubicada dentro del foso Credit Magali Delporte

En noviembre, la pintura Salvator Mundi, de Leonardo da Vinci, fue subastada por 450,3 millones de dólares a un comprador anónimo. Es el precio más alto jamás pagado por una obra de arte vendida en una subasta. El comprador, según descubrió The Times, resultó ser un príncipe saudita estrechamente vinculado a Mohamed bin Salmán y, según personas al tanto de la venta, la adquisición realmente fue a nombre del príncipe heredero.

El gobierno saudí ha disputado esa información y asegura que el comprador realmente actuó a nombre de los Emiratos Árabes Unidos para que la obra fuera colgada en el Louvre de Abu Dabi. Aún así, las personas que conocen los detalles insisten en que el príncipe heredero saudita fue el comprador real al momento de la venta.

Develando las capas

El castillo Luis XIV y Le Rouvray son propiedad de dos empresas francesas que pertenecen, a su vez, a una empresa de Luxemburgo, Prestigestate SARL, cuyo dueño es Eight Investment. Thamer Nassief, quien se describe como “presidente de Asuntos Privados del Príncipe Heredero” en su página de LinkedIn, es administrador tanto de Prestigestate como de Eight Investment.

Eight Investment, de acuerdo con documentos del bufete de abogados Appleby de Bermudas, es “propiedad de miembros de la familia real saudita”.

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Al interior del castillo

Al interior del castillo

CreditPatrice Diaz

Los tres accionistas enlistados en ese documento son Bader al Asaker, quien maneja la fundación personal del príncipe heredero; Hazim Mustafa Zagzoog, quien dirige los asuntos privados del rey Salmán, y Bader Ali al Kohail, el embajador saudita en las Maldivas, el archipiélago en el océano Índico donde el príncipe heredero celebró a principios de 2017 fiestas con el cantante Pitbull y el intérprete surcoreano Psy.

El castillo Luis XIV es uno de varios en Louveciennes, incluyendo uno que perteneció a Madame du Barry, la principal amante de Luis XV. El pueblo se hizo famoso más tarde entre los pintores impresionistas y ahora es un suburbio elegante de París.

Véronique Skrotzky, quien solía recoger hongos cuando aún existía el viejo y ruinoso castillo demolido en 2009, se lamentó de que el dueño nunca parecía quedarse ahí y de que la propiedad esté cerrada al público.

“Antes eran ruinas para los fantasmas”, dijo. “Ahora es una propiedad nueva para los fantasmas”.

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