14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Venezuela: ¿fraude o farsa electoral?

El pasado domingo 6 de diciembre hubo una votación en Venezuela, pero qué fue: ¿una elección? ¿La consumación de un fraude electoral, como dijo Juan Guaidó, o una farsa electoral?

Ciertamente no fue una elección porque una elección implica competencia, participación y el respeto a la voluntad de la mayoría de los electores; tampoco hubo fraude porque fraude implica un engaño o robo, es decir una violación fragrante a la voluntad popular; lo que ocurrió en Venezuela fue una farsa electoral o simulacro de elecciones para dar la apariencia de legitimidad.

El género teatral de farsa se define como “una obra en que los personajes se desenvuelven de manera caricaturesca o en situaciones no realistas”. Ejemplo de farsa electoral: la que hubo en Nicaragua en el 2016, cuando a la oposición se le arrebató el vehículo electoral, el Partido Liberal Independiente. El resultado fue una abstención masiva del 80 por ciento y que Ortega no tuviera que recurrir al fraude, o robo descarado, como en otros procesos electorales.

Igual ocurrió el pasado fin de semana en Venezuela con las “elecciones” para la Asamblea Nacional en donde la oposición no participó porque todos los dados estaban cargados. Como resultado, carecen de legitimidad y, por tanto, no han sido reconocidas ni por los Estados Unidos ni por la Unión Europea.

Los esfuerzos del régimen para dar la apariencia de que hubo una elección competitiva en Venezuela fueron inútiles. La agencia noticiosa Infobae ha filtrado un audio en que el gobernador chavista del estado de Yaracuy, Julio César León Heredia, también militar venezolano, aparece admitiendo la baja participación en el simulacro de elección y llama a sus militantes a aplicar “cualquier método” para obligar a la gente del partido oficialista a ir a votar.

La cita textual del audio de León Heredia trasluce su frustración por la abstención masiva, incluso entre sus partidarios, es la siguiente: “verifiquemos quién no ha votado y a los que no han ido a votar los empezaremos a buscar de las distintas maneras y aplicando cualquier método. Apliquemos a partir de este momento un cuerpo a cuerpo”.

Como resultado de la farsa, la mayoría de los países democráticos del continente americano y Europa no reconocerán los resultados de la “elección parlamentaria”. Si lo que el régimen de Nicolás Maduro buscaba era legitimidad, lo que obtendrá es un mayor aislamiento internacional; pero a cambio obtendrá una consolidación de su dictadura, al eliminar de hecho al único poder independiente que le hacía contrapeso.

Es una ganancia pírrica y una pérdida mayúscula. Al fin de cuentas, este paso que ha dado el régimen dictatorial de Nicolás Maduro no resolverá la debacle económica que día a día tiende a agravarse en Venezuela y que al final será la razón de su inexorable caída.

Ojalá que las condiciones electorales del 7 de noviembre de 2021 en Nicaragua sean tales, que la mayor parte de la oposición legítima al régimen decida participar y el régimen se vea en la disyuntiva de permitir una elección transparente y observada como la del 90, o cometer un fraude masivo y descarado a los ojos del pueblo y de la comunidad internacional.

Elecciones solo puede haber cuando se elige, y para elegir, como el verbo lo indica, hay que escoger libremente. Si no se escoge libremente, hay dos posibilidades: que sea un simulacro o farsa electoral como es el caso de Venezuela y fue el caso de Nicaragua en el 2016, o porque se roban los votos y se altera el resultado, como en Nicaragua 2008.
Dios quiera que ni farsa ni fraude sea el caso de Nicaragua 2021.

El autor es periodista, exministro y exdiputado.

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí