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Sobre el comunicado referente al aborto

De acuerdo al Concilio Vaticano II, San Pablo VI creó la Comisión Pontificia “Iustitia et Pax” (Justicia y Paz) para promover la justicia social, los derechos humanos y la paz; fortalecida posteriormente por el papa San Juan Pablo II. Muchos obispos han creado en sus diócesis Comisiones de Justicia y Paz con estos fines. El señor cardenal Brenes creó la Comisión Justicia y Paz de la Arquidiócesis de Managua, que en su último comunicado se refirió al aborto voluntario, independientemente de situaciones políticas concretas o de alguna coincidencia en el tiempo, no procurada, según explicaron integrantes de la misma.

Realmente es preocupante ver cómo en tantos países se ha llegado a negar la existencia de una vida humana en el vientre de una mujer embarazada, alegando que “eso” es “parte del cuerpo de la mujer”, asegurando tener derecho a decidir lo que quiera hacer con “su cuerpo”, pretendiendo así justificar abortos por cualquier motivo, llegando incluso a defender el aborto como un método de planificación familiar. Dicen que quienes nos oponemos a ello solo defendemos “creencias religiosas” que no obligan a los demás.

El comunicado referido recuerda “que el derecho a la vida es el primero de los derechos humanos, y que los bebés concebidos en el vientre de su madre tienen derecho a vivir; derecho que debemos no solo respetar, sino promoverlo y defenderlo”. Que “los derechos humanos no son ‘asuntos religiosos’ sino derechos inherentes a la naturaleza humana”. Que tampoco son “una concesión ni regalo que dé el Estado”. Que el aborto procurado es un crimen y viola el fundamental derecho de vivir en que se basan todos los otros derechos, construyendo “la cultura de la muerte” (Evangelium vitae No. 58).

Dice el comunicado que “los cristianos, además, desde la perspectiva de nuestra fe debemos ser fieles a los sagrados mandamientos de Dios quien nos dice clara e inequívocamente ‘no matarás’ (Dt 5,13). Somos llamados a defender la vida de todos, especialmente de los más débiles, entre los cuales los primeros son los niños por nacer que desde el vientre de su madre existen como personas, tal como leemos en el Evangelio cuando nos relata el encuentro de la Madre de Jesús con la de San Juan Bautista, quien ‘saltó’ de gozo en el vientre de Santa Isabel, ante la presencia del Salvador en el vientre de María” (Lc. 1, 39-44. Cf. Catecismo de la iglesia Católica, CIC, 2270).

Quienes promueven el aborto procurado presentan a la madre como víctima de un niño por nacer que amenaza la vida de la mujer embarazada, y acusan a quienes defendemos la vida del niño de ser insensibles a la vida de la madre, todo lo cual pretende ignorar la verdad completa sobre las situaciones en que se deciden los abortos, los muchos recursos que provee la ciencia médica para proteger ambas vidas, las diversas circunstancias y opciones que existen y que se deben considerar.

El comunicado de la Comisión Justicia y Paz de la Arquidiócesis de Managua manifiesta el deseo de que “en nuestra patria el vientre materno sea el lugar más seguro para los niños no nacidos, y la familia lo sea también para aquellas personas cuya vida se encuentra disminuida o debilitada” (CIC 2276).

Defender la vida es una doctrina moral desde siempre para los católicos, hoy guiados por nuestro querido papa Francisco que nos recuerda cómo la defensa del inocente que no ha nacido debe ser clara y firme, porque allí está en juego la dignidad de la vida humana, siempre sagrada; como también es sagrada la vida de los pobres que ya han nacido, que se debaten en la miseria, el abandono, la postergación, la trata de personas, el racismo, los enfermos y ancianos privados de atención, las nuevas formas de esclavitud o la represión política. (Cf. Gaudete et exsultate).

El autor es abogado y comentarista de temas políticos y religiosos.
www.adolfomirandasaenz.blogspot.com

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