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¡En Nicaragua amanecerá!

Estamos pasando por una situación oscura de nuestra historia política, porque el gobierno es reconocido solo por el veinte por ciento de la población, mientras sufre represión la gran mayoría, que tan solo quiere tener la oportunidad de elegir su gobierno en elecciones libres, justas y observadas; incluso, si el actual gobierno lograra ganar limpiamente en unas elecciones realmente democráticas, libres, la mayoría lo aceptaría y pasaría la página, haciendo una oposición constructiva y preparándose para competir mejor en las siguientes elecciones.

Pero parece esfumarse la esperanza de lograr elecciones libres, justas y observadas, un cambio pacífico, una transición tranquila que nos permita a los nicaragüenses vivir en armonía, trabajando por el bienestar y el progreso de todos, con inversiones nacionales y extranjeras, con relaciones cordiales a nivel internacional, con una empresa privada pujante que sea fuente de más empleos cada día, con un gobierno reconocido por todos y con el cual los nicaragüenses sin excepción nos sintamos seguros y tranquilos.

Pero el gobierno empeora la situación —ya conflictiva— al no dar ninguna confianza sobre una solución pacífica del conflicto, con acciones contraproducentes en un año electoral. Al poner como árbitro de las elecciones a un consejo integrado solo por personas afines al gobierno; reprimir a la oposición ilegalmente, inconstitucionalmente, cancelando la personería jurídica de partidos políticos; queriendo eliminar a posibles candidatos con acusaciones infundadas e impidiéndoles la libre circulación, cercándolos y hostigándolos con la Policía; desplegando policías por doquier eliminando la libertad de reunirse y de manifestarse; manteniendo presos políticos acusados de delitos inexistentes; persiguiendo la libertad de expresión, allanando ilegalmente instalaciones de medios y confiscando sus bienes. ¿Cómo va a generar confianza un gobierno con estas acciones en un año electoral? Más bien crea más conflictos innecesarios, proyectando interna e internacionalmente la imagen de un gobierno autoritario, revanchista, caprichoso y temeroso, que quiere mantenerse a cualquier costa en el poder y que solo sabe calmar su temor con una represión absolutamente contraproducente.

Ya pasaron más de tres años desde aquellos sucesos lamentables del 2018, cuando una pequeña manifestación contra una reforma al Seguro Social terminó en una insurrección trágica con muertos, heridos y prisioneros porque el gobierno no supo manejarla políticamente, creyendo que con represión se arregla todo. Le llaman un intento de golpe de Estado a lo que fue una expresión de rebeldía popular creada por la misma represión del gobierno; pero aun aceptando lo que dicen… ¡ya pasaron tres años! La insurrección ya fue reprimida. Lo que Nicaragua y el mundo ven ahora es represión al proceso electoral para evitar que sea libre y justo, por miedo al voto popular.

La mayoría del pueblo, o digamos la mayoría del sector opositor, quiere paz y tranquilidad. Quiere arreglar las cosas sin violencia, electoralmente. Pero esta solución peligra perderse por las acciones erradas e incomprensibles del gobierno. Con sus actuaciones equivocadas el gobierno está bloqueando una salida pacífica, electoral. Reprimen a personas pacíficas que actúan cívicamente, impidiéndoles su accionar político. ¿A dónde quieren llevar a Nicaragua? Lo peor que puede pasar es que el pueblo pierda la esperanza en una solución política, pacífica y electoral. Esto no le conviene al pueblo ni al mismo gobierno… ¡ni a quienes lo apoyan! ¡Deberían reflexionar!

La oposición cívica debe mantener viva la esperanza y seguir preparándose para las elecciones. Nada está consumado todavía. Todo puede pasar. A veces cuando menos se espera brilla la luz; hay cosas que se conjugan y resulta lo inesperado, como una puerta que de pronto se abre. ¡La última palabra siempre la tiene Dios! Y sin importar quién lo haya dicho, también es verdad que solo los ríos no se devuelven. Recordemos estas palabras llenas de esperanza del poeta costarricense Isaac Felipe Azofeifa: “De veras, hijo, ya todas las estrellas han partido. Pero nunca se pone más oscuro que cuando va a amanecer”.

El autor es abogado y comentarista de temas políticos y religiosos.
www.adolfomirandasaenz.blogspot.com

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