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Don Magdaleno Sevilla

CARTAS DE AMOR A NICARAGUA

Querida Nicaragua: Don Magdaleno no es un nombre inventado para un cuento de Pancho Madrigal, es un personaje real que vivió en varios pueblos segovianos como El Jícaro, Murra, Jalapa, San Fernando y muchos otros. Solía recorrer esos caminos de Nueva Segovia comerciando granos y esperando alguna señal para entrar en las tropas del general Sandino, de quien era servidor y gran amigo. La guerrilla de Sandino contra los “machos”, que así llamaban a los interventores norteamericanos, ocurrió entre 1926 y 1930 más o menos, cuando logró terminar la intervención y que no quedara ni un macho en Nicaragua.

Todo esto es historia no contada porque don Magdaleno era un campesino humilde, montado en su mulita la Jicarita en la que se movilizaba por aquellos caminos. Yo lo conocí al comienzo de los años cuarenta, me contó de las muchas emboscadas en que participó y en algunas escaramuzas que tuvo con los machos, me dijo que nunca lo tocó una bala, solo una que le dio de refilón en la nuca y le dejó una alucinante cicatriz, solo Dios pudo dejarlo vivo. Me contó que tuvo tres novias y un hijo con cada una, sus hijos eran guerrilleros en el Ejército del general Sandino. Aquella fue la última vez que lo vi. Cuando Somoza mandó a matar a Sandino en Managua en 1934, ordenó que no quedara un solo sandinista vivo en Las Segovias. Los reunieron diciéndoles que los llevarían a las tierras donde ellos podrían hacer las cooperativas que Sandino quería. Al cruzar el río Coco la Guardia de Somoza los emboscó, no quedó ni uno, murieron todos, inclusive los hijos de don Magdaleno.

La historia de don Magdaleno es diferente a la de centenares de historias que ha vivido el campesinado en las guerras civiles de los últimos 200 años, descalzo, semidesnudo, machete en mano como arma de guerra y arreado como bestia. Pablo Antonio Cuadra lo dejó expresado en su obra teatral “Por los caminos van los campesinos: De dos en dos, de diez en diez, de cien en cien, de mil en mil, por los caminos van los campesinos hacia la guerra civil”.

Estamos en el año del bicentenario de nuestra independencia. Hemos vivido doscientos años de tormentos, de guerras civiles, de golpes de Estado, de asesinatos entre hermanos, de hambres y miserias, y no logramos la soñada esperanza de unirnos y darnos el abrazo fraterno que la patria necesita de nosotros para prosperar, para producir, para disfrutar todos de las inmensas riquezas naturales que Dios nos ha dado. Y para lograrlo necesitamos querernos como hermanos, hablarnos y no gritarnos, desterrar las armas que durante toda nuestra historia han sido las protagonistas de nuestra agonía permanente. Vivimos pronunciando la palabra unidad, pero del diente al labio, creamos partidos políticos y lo que hacemos es desunirnos más porque todos queremos llegar al poder para disfrutar del botín, del tesoro nacional donde queremos meter la mano primero que el otro.

Por eso es que vivimos en perpetua guerra y no podremos celebrar en paz, orgullosamente, los doscientos años de nuestra independencia. Debería darnos vergüenza que nuestra vecina del sur, con menos recursos que nosotros, con menos próceres que nosotros, con menos genios poéticos que nosotros, haya entrado ya al prestigioso círculo de países ricos. Dos cosas tienen ellos que nosotros no tenemos: mayores presupuestos en salud y educación, y algo más importante todavía: no tienen ejército.

El autor es empresario radial. Fue candidato a la Presidencia de Nicaragua.

Opinión Don Magdaleno Las Segovias Sandino Somoza archivo
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