14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Mi actitud ante las tormentas

No solo los discípulos de Jesús se vieron metidos en una gran tormenta (Mc 4, 37), todos los hombres vivimos y nos desarrollamos en la gran tormenta que significa este mundo que nosotros mismos nos hacemos y construimos.

Nuestra vida está llena de grandes o pequeñas tormentas que nos hacen gritar como aquellos apóstoles: “Maestro, ¿es que no te importa que nos ahoguemos? (Mc 4, 38).

La verdad es que cada vez nos hacemos más difícil la vida: La tormenta desatada en la vida diaria por las crisis que vivimos que parece que nunca termina, nos está quitando la paz y la calma que tanto anhelamos.

Nos invaden los problemas de toda clase: problemas económicos, de salud y familiares.

Problemas de inseguridad y violencia. Problemas de comunicación y entendimiento. Problemas de alcohol y de drogas. Problemas morales y hasta en la misma fe. Queramos o no las tormentas de la vida están ahí y no podemos, muchas veces, obviarlas.

Sin embargo, el mayor de nuestros problemas está en la actitud que ante ellos tomamos: Unas veces nos evadimos de ellos echándole la culpa a Dios o a los otros y encerrándonos en lamentaciones y quejas inútiles que nada resuelven, pero sí nos hacen más difícil su solución.

Otras veces nos encerramos en nuestros propios miedos, que no son otra cosa que cadenas que nos envuelven e inutilizan y solo nos llevan a pedir que los otros, aunque ese otro sea Dios (Mt 8, 25), nos solucionen los problemas y nos saquen de la tormenta desatada sin que nosotros nos esforcemos en nada.

Ante las tormentas de la vida no podemos sino “agarrar al toro por los cachos”, como se suele decir. Aceptando la realidad del problema, sin ocultarlo, sin agrandarlo ni aminorarlo, pero sí convirtiéndolo en un reto con fe y esperanza.

Ante los problemas debemos ser conscientes de que nunca nos encontramos solos ni “Dios se encuentra dormido” (Mc 4, 38). Jesús no duerme; está ahí donde parece que no está. Jesús no podía quedarse dormido en medio de la tempestad; es una manera de decirnos el evangelista que Dios aparenta estar ausente, pero la realidad es que está allí, en medio de la tormenta, convirtiendo “nuestra debilidad en fortaleza” (2 Cor 12, 10) y calmando los duros oleajes.

Dios no está ahí para gritarle a nuestras tormentas que se callen y así anular nuestros esfuerzos para superarlas. Dios no es un paternalista que nos anula, sino fuerza que nos estimula; Dios no es aquel que con un milagrito nos arregla las tormentas de nuestros problemas sino el que nos da fuerza para que lleguemos a puerto seguro.

Recordemos aquella parábola en la que una persona iba caminando por la playa y, al mirar para atrás veía las huellas de las pisadas de dos personas; pero, de vez en cuando, solo aparecían las pisadas de una sola. Reflexionando se dio cuenta de que esas huellas solas respondían a los momentos más difíciles de su vida. Entonces se dirigió a Dios reclamándole:

“Señor, Tú me dijiste que si te seguía, tú caminarías siempre a mi lado; ahora veo que me dejaste solo, precisamente cuando más te necesitaba”.

Entonces dio le acarició y le dijo: “Comprendo tu confusión y desconcierto; pero nunca te dejé solo. Si te fijas bien, verás que en esos momentos difíciles de tu vida, cuando sólo aparecen las pisadas de una persona, las huellas se hunden más profundas en la arena. Es que, en esas ocasiones, yo te llevaba cargado sobre mis hombros”.

Ser cristianos no es estar asegurados contra las tormentas de la vida de una manera mágica. La fe nos hace abrir los ojos para ver que con nuestro esfuerzo y con la gracia de Dios somos capaces de convertir los problemas en retos y no en derrotas.

El autor es sacerdote católico.

Opinión actitud Dios discípulos de Jesús archivo
×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí