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El éxodo nicaragüense

Antes de entrar en materia sobre el tema quiero rendir el tributo de mi más sentido reconocimiento, a la memoria imperecedera de mi buen amigo, hoy en brazos de la inmortalidad, Jaime Chamorro Cardenal. En todos los momentos que LA PRENSA tuvo que enfrentar a los enemigos de la democracia y de la libertad, él siempre supo estar a la altura de las circunstancias, como cuando el vil asesinato de su hermano mártir, Pedro Joaquín, cuyos valores y principios siguió con ejemplar dignidad, hasta este día aciago en que cruza los umbrales de la eternidad. Honor a quien honor merece. Mi más sentido pésame para su dignísima esposa, Hilda Argeñal de Chamorro, para sus queridos hijos, para su hermana Ana María Chamorro de Holmann y demás familiares, así como a todo el personal de LA PRENSA que hoy pierde y llora, con su bandera de lucha inclaudicable enlutada, a su gran Director.

Ahora prosigo con el tema de hoy: En las Sagradas Escrituras, fuente de toda sabiduría, nos encontramos con la historia del Éxodo, que en griego significa salida y en la que por inspiración divina, se nos va relatando como Moisés guiado por la mano de Dios, va superando una a una las dificultades que tienen los hijos de Israel, en su ardua travesía de 40 años por el desierto, huyendo de la cruel tiranía del Faraón que los reprime implacablemente desde su majestuoso trono en Egipto. Los israelitas en su largo camino sembrado de abrojos y espinas —como casi todos los que huyen de las dictaduras— sufren hambre, sed, enfermedad y muerte y solo el infinito poder de Dios y su inconmensurable benevolencia, es lo que les permite a los sobrevivientes, después de tantos sufrimientos, llegar a la Tierra Prometida. Moisés, protagonista de esta gloriosa epopeya bíblica, murió en el Valle de Moab a la edad de 120 años. Es así como Éxodo ha pasado a significar a través de la historia, cómo la emigración de todo un pueblo, que busca en otros lares lo que no encuentra o ha perdido en su propia tierra.

El fecundo escritor venezolano Andrés Bello (1781-1865), a propósito de esto, expresaba que “la mayor riqueza de una nación es su población”. Entonces, la pregunta es ¿cómo vamos a salir del subdesarrollo si cíclicamente tenemos al frente del gobierno a tiranuelos, como los Ortega-Murillo, que reprimen a la gente para que tengan que salir huyendo a otros países en busca de mejores horizontes?

En mis tres exilios, he visto en distintas ciudades allende de nuestras fronteras patrias a médicos nicaragüenses trabajando de taxistas, a maestros de enseñanza secundaria en labores de construcción y a jóvenes universitarios cortando café. ¿Es así como la dictadura de los Ortega Murillo contribuye al desarrollo del país? Vergüenza les debería dar cada vez que proclaman su amor por Nicaragua, pues por su ambición desmedida miles de compatriotas están sufriendo penalidades en el exterior.

Porque la verdad es que con el éxodo de más de 100 mil nicaragüenses después del 18 de abril del 2018, siguiendo la receta que les dejó su mentor, el déspota cubano Fidel Castro, lo que pretenden los Ortega Murillo es lo siguiente:

1) Bajar la presión interna, ya que a la hora de las protestas en las calles, estos no podrán participar y tampoco votar, si se producen las condiciones exigidas para elecciones libres y transparentes por la oposición nacional y la comunidad internacional.

2) Aumentar los ingresos de las remesas que envían los y las trabajadoras desde el exterior para la manutención de sus familias y el fortalecimiento de las arcas del Estado. En el 2020 estos ingresos ascendieron a casi dos mil millones de dólares y en la medida que crece el éxodo tienden a subir, por lo que no nos sorprende que esta sea una de las tantas maniobras maquiavélicas de la dictadura, para seguir explotando sin piedad al sufrido pueblo nicaragüense.

Obviamente, que esta relación anómala no debe continuar así, por lo que debemos seguir insistiendo en la necesidad del cambio, en beneficio de la gran mayoría de nuestra población y no de unos pocos, como lo es en la actualidad.

El autor es periodista y secretario general de la Asociación de Nicaragüenses en el Extranjero (ANE).

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